EL TROPEL

Para los que nunca han estado en un tropel el asunto empieza con un rumor, días o hasta semanas antes, pocos lo saben pero la fecha se calcula, a veces es sólo un rumor, otras veces simplemente aparecen. Los días de la víspera son tensos hasta que una mañana cualquiera los “capuchos” aparecen, nadie sabe de dónde vienen pero si para dónde van, desde diversos puntos cardinales empiezan a repartir panfletos o recordatorios que indican el motivo de la manifestación de este día.

A lo lejos se escuchan las papas y los petos, hasta que todos se congregan; Llegan con bolsas, botellas, voladores, tablas, cámaras de video, uniformados y cubiertos de la cabeza a los pies. Con una actitud desafiante y con grandes oradores que mezclan la política y la pasión “los capuchos” le dan una razón de ser a su protesta y despidiéndose con una cadena de explosiones dirigen los corazones alterados y la masa curiosa hacia la calle.

Hasta este momento ya ha pasado una medio hora desde su aparición, durante otra rato se disponen a preparar el terreno con ayuda de los curiosos concientes de la manifestación, siempre la gente sin capucha supera a los encapuchados y con arengas cargadas de ira contra los abusos del gobierno y de la policía corren los primeros hasta la calle y la detienen con una cadena de petos hasta que hagan aparición los tombos. De un momento a otro se escuchan zumbidos fuertes que pasan por un lado de la cara, son los gases y las balas de "caucho", el ESMAD ha llegado, los gases han tocado el pasto, la gente corre, los capuchos contienen, el tropel ha comenzado.

Durante varias horas la adrenalina corre al máximo, la tensión es evidente, la picazón y las lagrimas de los gases dan más fuerza e ira a los manifestantes. Las fogatas se encienden, los cigarrillos se prenden -hasta un porro de vez en cuando- el agua y el pasto dan energías para la ofensiva de los capuchos, suenan muchas papas 20 o 30, los tombos retroceden y la masa al unísono grita y aplaude. Gases van y viene, petos, botellas, piedra, sillas, lo que encuentran al paso. Mientras tanto otros han dejado la universidad, las bibliotecas y algunas cafeterías, los vigilantes escondidos ya no son los abusadores de las porterías, y una gran mayoría de alumnos, educados en la lógica de las órdenes, esperan en clase a que las directivas ordenen el desalojo.

Como sucede en el conflicto rural y con su trasfondo ideológico, los peones de la guerra “capuchos” y “tombos” son motivados por argumentos pasionales a la vez que políticos. Los heridos empiezan a aparecer, casi siempre en los estudiantes. Durante un largo tiempo mientras unos quieren llegar a la calle los otros lo evitan. Los chorros de agua chocan contra las barricadas, todos están alerta, cuando alguien que nunca se sabe quien es decide la retirada todos se preparan para la arremetida final, todos, los capuchos y los que no, corren armados hasta la entrada y en una lluvia de piedra, palos, botellas, explosiones y gases todos se dispersan y los estudiantes regresan, donde como al principio, van llegando los encapuchados, gritan sus arengas de nuevo, con unos discursos cierran la manifestación y en pequeños grupos se van perdiendo entre los edificios de la Universidad.

Este es el itinerario medianamente normal de un tropel, sin embargo los casos excepcionales que cada vez abundan más, cambian la dinámica de la manifestación, los allanamientos ilegales de la policía en la universidad, los heridos graves y los muertos, la intervención de las directivas.


TOMADO DE UNIVALLE ACTIVA